El retumbar de los tambores, esa hermosa sensación de ritmo y calor, entraron en mi cuerpo cuando vivía en La Habana, Cuba. De niña y adolescente, estudiando música, transitaba embelesada por esos corredores del Conservatorio Nacional de Música, en un edificio desgastado, por donde viajaban los sonidos de los más variados instrumentos. Y después llegó la guitarra, con la que me acompañé a pleno pulmón, cantando las letras amorosas y comprometidas de los cantautores latinoamericanos de los ochentas: Mercedes Sosa, Violeta Parra, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, y muchos otros. Ya de adulta, integré la banda femenina Lamandinga en el bajo eléctrico, y cuando el grupo se disolvió, necesité volver al Conservatorio de Música, esta vez para estudiar canto, clarinete y armonía.

Pero también hice la escuela de Bellas Artes en Cuba y en Ecuador, una Maestría en Dirección de Cine en París, y una Maestría en escritura de Guión para series de ficción en Madrid. He participado en varios colectivos ambientalistas, anti extractivistas, y tengo una huerta en permacultura.

Después de tanto arte, música, imágenes, y vivencias, al fin, nace mi proyecto musical-audiovisual a ritmo de tambores africanos. Con VereTambora le canto a la vida, a la defensa de los territorios, a las plantas y animales, a las alternativas que la gente encuentra para vivir y sembrar una semilla de vida en un sistema que nos lleva al colapso.